Por: Patricia Wiesse.
Hace poco más de un mes, justo al inicio del año escolar, se montó un escándalo mediático basado en una mentira. La mayoría de medios sostuvo que en unos libros que se utilizan en las escuelas públicas se hacía apología del senderismo. Nadie salió a desmentir el hecho que solo requería una lectura imparcial y desapasionada del texto. Los acusadores demolieron y los Poncio Pilatos se multiplicaron.
Desde el siglo III hasta la actualidad, la quema de libros ha sido utilizada como una herramienta del poder político y religioso para suprimir opiniones diferentes que son vistas como una amenaza para el sistema imperante. El más famoso de estos rituales oscurantistas fue la quema durante el régimen nazi, en el año 1933. En sucesivos actos masivos, los universitarios quemaron más de 25 mil libros “no alemanes”.
En el Perú, en pleno siglo XXI, se ha producido una quema simbólica del libro Sociomundo ciudadano para cuarto grado de secundaria, publicado por la Editorial Bruño. Diversos medios masivos informaron que sus textos hacen apología del terrorismo.
La primera edición de este libro salió en el 2006. En los años sucesivos no hubo voces que lo condenaran. De pronto los llaman los “libros del terror”, y se pone el grito en el cielo porque se siguen vendiendo en Arequipa.
Al revés y al derecho
Releyendo varias veces el capítulo que ha causado el revuelo, no encontramos referencias, citas o priorización de hechos que nos permitan afirmar que los contenidos —o la forma como han sido presentados— tengan un sesgo o tufillo pro senderista. El capítulo cuestionado lleva por título “La restauración democrática con Belaunde y García”. Uno de los ítems presenta una infografía titulada “Razones del avance del terrorismo”sobre la que ha caído el cargamontón (ver infografía). Bastaría referirse al título elegido para descartar sospechas: ningún apologista se referiría a Sendero como un grupo terrorista, ni a su accionar como terrorismo.
El autor del libro es César Guevara, un editor que tiene más de veinte años de experiencia en el oficio. Su padre, el conocido historiador Antonio Guevara Espinoza, lo introdujo en el mundo de la escritura de textos escolares. Guevara-hijo ha basado su trabajo en tres fuentes: el capítulo sobre el surgimiento de Sendero Luminoso del Informe Final de la Comisión de la Verdad, el libro Sociedad de Nelson Manrique (publicado por El Comercio), y la Historia del Perú contemporáneo de Marcos Cueto y Carlos Contreras. Ninguna de éstas es objetable.
Más bien, el cuestionado Informe de la CVR es demoledor al referirse a Sendero. Dice: “El autodenominado PCP-SL es una organización subversiva y terrorista. Desencadenó una guerra contra el Estado y la sociedad peruanos. Cometió crímenes que configuran delitos de lesa humanidad. Fue responsable del mayor número de víctimas: 54% de las muertes y desapariciones”. (Claro: no dice lo que un sector de la sociedad quiere ver impreso: que se trata de una banda criminal y no de un partido.)
El capítulo de Sociomundo que ha revivido al Torquemada que toda sociedad lleva dentro se enfoca en los objetivos del segundo gobierno belaundista, en el deficiente manejo económico que condujo al endeudamiento externo, y en las primeras acciones de Sendero Luminoso en el campo ayacuchano. Al referirse a este último punto, Guevara en todo momento lo califica como grupo subversivo. Se refiere a la violencia terrorista y a los fines terroristas. El texto dice (sic): “Sendero llegaría a extremos de asesinar masivamente a campesinos, cuando estos no prestaban su colaboración o rechazaban sus ideas”.
La ex ministra de Educación Gloria Helfer ha revisado los textos y manifiesta que no encuentra loas ni alabanzas a Sendero Luminoso que puedan llevar a calificar los textos de apologéticos. Sus críticas van por otro lado: “Creo que está mal tratado el tema, porque lo han resumido. Como es un hecho peliagudo, lo reducen a un cuarto de página y eso es negación, olvido”.
Sobre la síntesis presentada, el autor sostiene: “No nos piden que al analizar el gobierno de Belaunde hablemos del fenómeno del terrorismo como un tema. Eso nos lo exigen en los textos de formación ciudadana y cívica, y lo hemos hecho con bastante amplitud en el libro de Bruño de primero y quinto de secundaria. La historia la explicamos en secuencia y los hechos se van concatenando, a través de enlaces, con otros a los que ya nos hemos referido en capítulos o libros anteriores”.
Ahora que están de moda los peritajes, la Editorial Bruño recurrió a esta herramienta para calmar las aguas y tener argumentos contundentes frente al Ministerio de Educación. Fue realizado por una terna encabezada por un historiador de incuestionable prestigio como Manuel Burga, y concluyó que no hubo apología en los textos cuestionados.
Se ha cometido, pues, una injustica de marca mayor.
Vergüenza ajena
Si somos ‘bienpensados’, podríamos suponer que lo ocurrido fue una reacción alterada e hipersensible a todo lo que se relaciona con Sendero Luminoso y el terrorismo. Pero como se trató de una burda campaña de aniquilamiento orquestada a través de los medios, que nos hizo recordar a la crucifixión de Rosario Ponce en el “Caso Ciro”, sospechamos que había algo más que una preocupación razonable.
Los periodistas a los que les encargaron cubrir la noticia parecían haber recibido la orden de destruir el libro a como diera lugar. Se han roto todas las elementales reglas de oro del periodismo, y hemos vuelto a presenciar otro triste espectáculo mediático.
Dentro de los medios escritos, Expreso lideró esta liquidación editorial selectiva con titulares como los siguientes: “Mensajes subliminales de Sendero en textos escolares de Bruño”, “Libros de la vergüenza recogen conclusiones de la cuestionada CVR”. Durante cuatro días seguidos, este diario lanzó una serie de acusaciones de grueso calibre, como que el enfoque del libro es subversivo y que lentamente están adoctrinando las mentes de los estudiantes. También entrevistaron al ex viceministro Idel Vexler, el mismísimo Zelig que adaptando su discurso logró preservar su puesto en los dos últimos gobiernos. Vexler advirtió que “sectores de la izquierda radical han plasmado su ideología en materiales educativos”. También se citó a Rafael Rey, quien repitió su discurso como disco rayado: “Los grupos de izquierda con posiciones coincidentes con el Informe de la CVR tienen la habilidad de infiltrarse en todos los ámbitos, incluso en las editoriales”, repitió por enésima vez.
En la televisión el espectáculo también se desbordó. Se retaceó el libro, se esparció liquid paper generosamente para eliminar palabras, se utilizó el copy paste con exceso para adaptar el texto a sus conveniencias. En ATV la campaña se extendió por casi una semana en el noticiero matutino. Una semana después, Panamericana vuelve a la carga y nuevamente los otros canales hacen eco de la información tergiversada. ¡El Canal 2cruzó la línea de tiempo de la infografía con un texto sobre el desarrollo de la Revolución China, que se trataba en otra unidad del libro!
El último ítem de la infografía causó escozor. Dice textualmente: “Al principio SL brindó protección a los campesinos contra los abigeos y entregó ayuda alimentaria” (ver infografía). “Eso lo he sacado del capítulo del Informe de la CVR sobre el surgimiento de Sendero”, sostiene Guevara. La frase motivó una áspera respuesta de León Trahtenberg a Mariella Balbi en una entrevista en la que, fiel a su estilo, Balbi punzó al educador hasta hacerle perder la paciencia, sin obtener las palabras condenatorias que esperaba.
El autor manifiesta: “Cuando me entrevistaron en RPP, no leían las oraciones completas, se salteaban palabras que cambiaban el sentido a las oraciones”.
El texto dice: “El mensaje ideológico de los grupos subversivos captó las frustraciones para los fines terroristas, ofreciendo un canal de expresión violento y sangriento”.
El periodista lee: “El mensaje ideológico de los grupos subversivos captó las frustraciones para los fines terroristas” (cambió una coma por un punto final).
El texto dice: “Acabar, supuestamente, con las desigualdades económicas y sociales”.
El periodista lee: “Acabar con las desigualdades económicas y sociales”.
Guevara es un autor serio. Sabe que es su deber ser objetivo. “La historia no puede estar de un lado, porque pierde su categoría de ciencia social, se vuelve propaganda, y no quiero que mi libro se convierta en un panfleto”, sostiene.
Nuevamente el libertinaje de prensa, el ejercicio vergonzoso de la profesión.
El corrector de pruebas
No se puede pretender “cambiar la historia con un dedo”, como tampoco se pueden forzar evidencias y pruebas. Menos en el trabajo editorial, en el que las pruebas son parte de la etapa final del proceso de edición.
Ese último chequeo lo realizó Walter Villanueva Azaña, el corrector de las pruebas del libro Sociomundo, quien en ese momento trabajaba en la Editorial Bruño. Fue a la imprenta y revisó los plotters. Lo único que se puede hacer en esa etapa es cambiar una palabra, poner una tilde o un punto.
Contra él se dirigió el cargamontón mediático, porque Villanueva estuvo preso diez años, acusado de pertenecer a Sendero Luminoso. En el 2002 salió en libertad y logró reinsertarse laboralmente. Se dedicó unos años a la docencia, pero lo que realmente le interesaba era la literatura. Después de escribir varios cuentos infantiles, elaboró una guía de razonamiento verbal que llamó la atención de las empresas editoriales educativas.
En el año 2006, Editorial Bruño lo contrató y llegó a ser Director Ejecutivo de algunos proyectos, y paralelamente realizó trabajos de corrección. Cuando se inicia el proyecto de publicación del libro Sociomundo, a él le asignan la tarea puntual de corregir las pruebas. “Como corrector de pruebas no puedo tachar una palabra, ni siquiera tocar el texto. Eso lo hace antes el editor, coordinando con el autor, refiere.
Sin embargo, los medios sostuvieron que la “apología” era fruto de su cosecha. Su participación en la publicación del libro fue utilizada, magnificada y asociada a los contenidos.
Detrás de estas reacciones se mueven los prejuicios y el temor de una sociedad manipulada que no sabe cómo reaccionar y acoger a las personas que han cumplido sus condenas y pretenden reinsertarse en el sistema ejerciendo sus derechos a plenitud. Se les impide, sobre todo, su participación en determinadas áreas como la educativa: no es coincidencia que en este momento el Ejecutivo haya remitido al Congreso un proyecto de ley que plantea separar definitivamente al personal docente o administrativo del sector Educación que haya sido sentenciado por el delito de terrorismo (a priori, sin pruebas de que estén haciendo adoctrinamiento ni apología). ¿Se les convertirá en condenados eternos?
Villanueva ha sido perjudicado. Estaba a punto de publicar dos cuentos infantiles en Bruño, pero le han rescindido el contrato. Eran historias sobre unos páramos en peligro de desaparecer por falta de agua. Además, su libro Los ojos del árbol, que va por la segunda edición, ha sido retirado de la librería Crisol.
La guerra de las Roses
Lo burda, manipuladora y mentirosa que ha sido esta campaña de desprestigio ha hecho que surjan diversas hipótesis sobre los posibles intereses subyacentes. Una de éstas sostiene que existe una guerra de las editoriales.
Y es que estamos ante un negocio millonario. Cada año se deben publicar 16 millones de libros. Por cada uno, la editorial recibe alrededor de 30 millones de soles. Hay editoriales que ganan, por ejemplo, 8 ítems y que, por eso, pueden sacar más de 200 millones de soles.
Son tres las editoriales que se benefician de las licitaciones públicas del sector Educación: Norma, Santillana y Bruño. Solo las grandes pueden cumplir con requisitos tales como una determinada capacidad de producción, de facturación y de venta. Deben producir 620 mil libros en cuarenta días. Pero en los últimos años han entrado en el mercado otras como la Fundación Santa María y la Editorial Pearson, que quieren competir en las licitaciones que promueve el Estado.
Otra hipótesis surgió luego de la publicación de un paranoico artículo de Martha Meier en El Comercio, en el que se escandalizaba porque Editorial Santillana había publicado el libro de la Premio Nobel 2007 Doris Lessing, La buena terrorista. La periodista pretendió arruinarle la reputación y el mercado a Santillana. Solo unos extractos, como ejemplo: “Eso de que lo terroristas son ‘buenos’ parece estar bastante incrustado en el imaginario empresarial de esa casa editorial… Son libros con una carga ideológica muy cercana al título de la novela de la desencantada militante comunista Doris Lessing… ¿Eso es un negocio editorial o más bien la fachada de un ente de contrabando ideológico, de un partido clandestino cuya misión es debilitar la fibra moral de nuestro pueblo?... Santillana ha creado un nuevo género libresco, el texto escolar como libelo”.
Inmediatamente los comentarios de Meier se asociaron al interés que ha demostrado el grupo El Comercio en el negocio de los textos escolares. Tienen los recursos y la tecnología para hacerlo, además de una buena relación con el Ministerio de Educación, luego de la importante donación de libros que efectuaron cuando se perdieron miles de textos de inicial y primaria en el almacén que se incendió hace unos meses.
Ninguna de estas hipótesis puede probarse. Las mencionamos porque contribuyen a entender el comportamiento errático de los medios, y lo que está detrás de ciertas campañas jaladas de los pelos. El tiempo se encargará de deshilvanar la madeja.
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