domingo, 28 de julio de 2013

La calle tumbó a la repartija

 
 
 
Una de las caras visibles en las protestas contra la “repartija” es sin duda la aguerrida periodista Claudia Cisneros. En diálogo con LA PRIMERA, manifestó que algunos partidos como el APRA pretendieron colgarse de las espontáneas manifestaciones populares, pese a que, de haber tenido la posibilidad, hubieran colocado a su gente en el Tribunal Constitucional, como lo hicieron antes.

—¿Qué evaluación haces de las protestas del miércoles 17 y del lunes 22, ahora que el Congreso anuló la “repartija”?—Hay que resaltar lo saludable de la protesta ciudadana, sumada a la posición casi unánime de los medios de comunicación de diferentes tendencias. Esas cosas se han unido para dar un claro mensaje a los políticos: hay un límite en la forma en la que están acostumbrados a actuar. Aquí cruzaron ese límite y evidenciaron que no actúan de cara al país, sino de espaldas, pues seguían diciendo que la negociación de esos puestos fue correcta porque estaban apurados, porque no habían podido ponerse de acuerdo antes, contaminando la independencia que deben tener estas instituciones. Es una muestra de su sordera y desconexión. Las protestas han servido para hacer ruido en la calle y para que entiendan que hay gente que está dispuesta a exigir que hagan el trabajo para el que han sido elegidos. Estoy absolutamente segura que si no hubiéramos salido a la calle, no hubieran retrocedido. A los políticos les interesa resguardar su imagen, porque viven de la política, y ahora que existe Internet, las cosas no se olvidan fácilmente. La presión de la calle ha servido.—¿Cuál es tu apreciación de la participación de los jóvenes? Hubo muchos en las protestas.—Es muy alentador, porque nos solemos quejar de la apatía de la juventud por la política. Pese a que hubo políticos que quisieron colgarse de las protestas, quienes estuvimos allí sabemos que los que lideraban la protesta eran los jóvenes. El hecho de ver una reacción rápida y auténtica de muchos jóvenes dispuestos a ejercer su ciudadanía y presionar a los políticos a cumplir con su trabajo, me indica que podemos contar con esa vigilancia.—Mencionaste que hubo políticos que querían colgarse de las protestas, ¿te refieres a los apristas?—Apenas comenzó la protesta ciudadana, los apristas trataron de aparecer como los defensores de la ciudadanía. Todos sabemos que no les alcanzó para tener parte en la repartija. Imagínense que hubieran tenido una buena bancada en el Congreso, con una cuota suficiente para tener uno o dos candidatos, ¿iban a estar protestando? No pues. Además, salen tardíamente a denunciar lo que estaba pasando, porque esto venía de atrás. Cuando comenzó el ruido mediático y de las calles, es que han salido dizque a denunciar. No seamos incautos o inocentes. —¿Y los otros partidos? ¿Qué responsabilidad tienen?—También hemos visto a Keiko Fujimori, a Pedro Pablo Kuczynski, a Alejandro Toledo, saliendo a tratar de limpiarse un poco, tomando distancia de sus bancadas, como si alguien pudiera creerles que siendo sus líderes no sabían o no estaban de acuerdo. Eso preocupa, porque siguen ejerciendo la misma política tradicional que vela más por sus intereses, y luego por el pueblo cuando temen perder adhesiones. Es desalentador y preocupante, porque son los responsables de fortalecer la institucionalidad de sus partidos, y más bien la han debilitado. Todo esto le abre peligrosamente las puertas a un outsider el 2016. Ya sabemos cómo acaba eso. Por eso, no se le debe cargar la responsabilidad a los manifestantes de ese peligro del outsider, sino a ellos por estar haciendo mal las cosas.—Ahora, la bancada de Acción Popular-Frente Amplio se opuso desde antes…—Rescato posiciones como las de Cecilia Tait, Verónika Mendoza, Rosa Mavila, que hablaron fuerte y claro en ese momento, diciendo que eso estaba mal y no podía seguir adelante. Hubo tres mociones previas para que no continuaran con este despropósito y noventa y tantos congresistas hicieron caso omiso. Sin embargo, las movilizaciones convocadas en las redes fueron desde la ciudadanía. Lo que pretendemos es que las movilizaciones sean ciudadanas y no político-partidarias. Las dos marchas han sido abiertas, pero no somos dueños de las calles, se ha colado gente. Hubo ppkausas, hasta gente de Patria Roja. Felizmente entendieron que el protagonismo no era de ellos, sino de los jóvenes. —Es cierto que la convocatoria fue a nivel ciudadano, pero notamos que en la protesta del 22 hubo más asistencia que en la del 17, debido a que hubo difusión por otros canales más tradicionales, como los que usan los partidos. ¿No crees que de alguna manera es importante su participación?—No soy dueña de la verdad ni les voy a decir a los partidos que no pueden ir a protestar; pero lo que los ciudadanos no queremos es que se partidarice la protesta, porque luego comienzan las desuniones. Ese es el único temor atendible, y que muchos compartimos. Ahora, sin ninguna falsa humildad, no he liderado nada. Lo único que hice, junto a otras personas con llegada al público, fue ayudar a que esa indignación se canalice en una cosa concreta como la protesta. A nosotros nos buscan porque somos conocidos, pero tenemos muy claro que no somos líderes de nada. La convocatoria en las redes es horizontal. Cada uno contribuye con lo que puede. Los partidos que están en contra de lo que pasó en el Congreso, también podrán salir y hacer lo que deseen.
 
—Hablando de tu participación y la de artistas conocidos, en las redes hubo críticas y hasta “memes” criticando eso. ¿Qué les respondes a los críticos?—Eso me parece mezquino. Durante las protestas contra Fujimori, muchos nos quejábamos de que aquellos que tenían pantalla y podían convocar gente, como los artistas, no se pronunciaran, y permanecieran cómodos en sus casas mientras el país se caía a pedazos. Es contradictorio que ahora se les critique. Hemos participado por un bien común, no propio. Yo no saco nada de esto, ni los actores que han ido. Es prejuicioso tildarlos que quieren figurar. Cada uno tiene su carrera y hace sus cosas, nadie necesita una marcha para hacerse conocido. Eso revela algunos complejos de gente que pierde de vista lo de fondo. El enemigo no somos nosotros. Mientras tú te quejas detrás de tu computadora, ellos se matan de risa arriba, haciendo sus faenones y sus repartijas. Hay que mirar un poco más el bosque.—Otras críticas fueron en el sentido de la participación de gente de la clase media tradicional, y aquel “flashmob” en el puente Villena…—El “flashmob” no era para toda la “tuitósfera”, ni para los que se burlan. Tenía el propósito de mantener el tema en los medios entre el 17 que hubo la primera marcha y la del 22. Ese objetivo se cumplió, porque fue cubierto por varios canales de televisión, periódicos, radios. A algunos les puede parecer tonto, pero el objetivo no era contentar las expectativas de quienes ya tenían en su mente no ir a la protesta. En cuanto a la clase media, lidera las protestas en todo el mundo. Es la gente que no tiene un montón de plata, pero sí una cierta seguridad económica que le permite estar informado. Hay gente que tiene menos posibilidades económicas y están tratando de salvar su día. Pero hay otra gente que tiene un montón de plata y les importa un carajo lo que pasa en el país, viven bien en su pequeña burbuja. Y sí pues, somos la clase media, no tenemos la culpa de haber nacido en una familia que te da algo de estabilidad, o que uno mismo se la provea como es mi caso. Me siento orgullosa de que esa clase media se preocupe por el país. Si nos sentamos en nuestras casas a criticar, entonces que los políticos hagan lo que quieran y se coman el país.—Ahora, ¿cómo hacemos para que los sectores populares participen más?—El problema está en el poco acceso a la educación que el Estado promueve para ellos. Pero creo que todo suma. El hecho que caras conocidas que salen en la televisión se pronuncien públicamente, tiene una incidencia. Quizás no capte una gran mayoría, pero algunos que siguen a estos artistas pueden interesarse en averiguar por qué fulano dice esto y qué está defendiendo.—Volviendo al tema de los partidos ¿por qué ha crecido tanto la desconfianza en ellos? ¿Hace falta una reforma del sistema, o cambiar el sistema?—Quienes estuvimos en las marchas estamos en contra de un quiebre institucional o democrático. Hay algunos pocos extremistas que no recuerdan lo del fujimorismo, y la mayoría está por la institucionalidad. Pero no vamos a dejar que quienes fueron elegidos para defender esa institucionalidad, hagan lo que les da la gana. Ahora, esta crisis de representación está en todas partes: hay gente que se mete a la política para su ganancia y para aprovecharse de que la mayoría de la gente está ocupada en subsistir, y tiene mucho tiempo para ahondar en esos detalles. No sé si sea tiempo que se renueven por gente joven, con el alma más limpia. Por ahora proponemos algunas cosas que no son soluciones absolutas, es una utopía pensar que luego todo será perfecto. Ojalá aparezca algún político que entienda lo que pensamos y que camine en ese sentido.—¿Y qué piensas de la formación del Frente Amplio?—Me parece que es un avance para la izquierda, que siempre ha estado fraccionada. Ojalá que dure. No lo digo porque sea de izquierda, porque si lo fuera, lo diría sin ningún complejo. No comulgo con algunas de sus ideas totalmente, pero respeto sus opiniones. En tanto contribuyan con la institucionalidad de los partidos, me parece positivo. También estoy de acuerdo con ellos en cuanto a la defensa de los derechos humanos.

—¿Por qué en las protestas no se tocó los nombramientos en el Banco Central de Reserva?—En el caso del BCR, en medio de las críticas a los que protestamos, que nos señalan que somos de izquierda o “caviares”, puede que haya más consensos que desacuerdos, aunque creo que la mayoría considera que se pueden hacer muchas mejoras y atender mejor la parte social. Quizás pasó desapercibido porque lo otro era absolutamente escandaloso: tenías un enemigo probado de la democracia e institucionalidad como Rolando Sousa, orgulloso representante del fujimorismo. Era una aberración que estuviera en el máximo ente constitucional del país. No entiendo cómo partidos como el PPC y Perú Posible pueden haber transado con eso, solo por tener una cuota en otro puesto. Te deja la sensación de que cuando salimos a la marcha de los Cuatro Suyos con esta gente, todo era pose, proselitismo. —¿Qué sensación provocan designaciones de ese tipo?—Eso desconcierta y decepciona mucho. También era inadmisible que una señora como Pilar Freitas, con muchos cuestionamientos que hasta son legales, pudiera estar en la Defensoría. Allí tiene que estar una persona éticamente reconocida. Y que no sea de un partido aliado del gobierno, que emite informes sobre los conflictos sociales y que se pronuncia contra la ley del servicio militar. Eso da muchas sospechas sobre lo que tenían planeado en los próximos años con esta gente. Probablemente nosotros conocemos la punta del iceberg de lo que ellos se negocian todos los días, y por eso estaban confiados. Desgraciadamente no podemos saberlo todo, pero si alguna ventaja tenemos de su guerra anticipada por el 2016 es que saldrán estos audios y otras cosas a las que no tendríamos acceso si no fuera porque entre ellos mismos se denuncian.—Otro tema que no se tocó en las protestas fue el del polémico fallo del TC saliente sobre los bonos de la Reforma Agraria. ¿Qué opinas de esto?—Es un tema complejo y delicado, hay que hacerlo de manera ordenada para no desequilibrar la caja, de un modo que no afecte a la economía. Desgraciadamente no se puede volver atrás porque los propietarios originales ya vendieron sus bonos, aunque por justicia social, debería recaer en quienes los tuvieron inicialmente; eso va a ser un despelote legal y jurídico. Es importante que el Estado salde esta y otras deudas que tenga que saldar con el pueblo.
Víctor LizaTwitter: @elgatocontaba

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