Por Omar MENESES
Durante los años 70’s del siglo pasado bajo la conducción del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) la gloriosa Federación Universitaria de San Marcos (FUSM) cuyo local se encontraba en el centro mismo de la Ciudad Universitaria difundía por los altoparlantes noticias referentes a las luchas populares así como diversas canciones de protesta y contenido social. Las principales de ellas correspondían a Víctor Jara.
Así logré conocer la musicalización y el contenido de las mismas. Verdaderamente eran de alto contenido ideológico y político.
La Juventud Estudiantil Peruana en general y Sanmarquina en particular de entonces nos hemos nutrido con sus mensajes y hemos puesto en práctica lo que las letras nos enseñaban, que eran parte de nuestra preparación para construir el Perú Nuevo en el Mundo Nuevo. Eran años en que la revolución peruana marchaba incontenible hacia el triunfo cercano. Eran años de solidaridad efectiva con las luchas de los Maestros, de los Pescadores, de los Mineros, de los Campesinos, de los Obreros, de los Trabajadores Bancarios, y de todo el pueblo. Toda medida de lucha siempre encontraba la solidaridad de clase del estudiantado con conciencia social. Las instalaciones universitarias estaban prestas a recibir las marchas de sacrificio y darles hospedaje mientras duraban sus gestiones. Y las canciones de Víctor Jara acompañaban esta simbiosis transformadora que auguraba un mañana mejor.
Pero, ¿Quién era Víctor Jara? He aquí un pequeño recuento de su vida y de su obra.
Víctor Jara nació el 28 de Setiembre de 1932. Era hijo de padres campesinos: Manuel y Amanda ("Te Recuerdo Amanda"). Al quedar huérfano ingresa al Seminario Redentorista de San Bernardo. Su madre le enseñó a tocar la guitarra y en el seminario aprende Canto Gregoriano, lo que perfila su vocación: ser un artista.
Entre 1956 y 1962 estudia Actuación y posteriormente, Dirección en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Por esos años inicia sus primeros contactos con Violeta Parra.
Entre 1963 y 1970 forma parte del equipo estable de Directores del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile. Entre 1964 y 1967 ejerce como Profesor de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. En 1965 recibe el premio "Laurel de Oro" como mejor Director del año por el montaje de sus obras teatrales "La Remolienda" y "La Maña". También recibe el premio del Círculo de Periodistas a la "Mejor Dirección del año" en el montaje de "La Maña".
Entre 1966 y 1969 es Director Artístico del Conjunto QUILAPAYUN. En 1969 gana el Primer Premio en el "Primer Festival de la Nueva Canción Chilena" con el tema: "PLEGARIA A UN LABRADOR" cuya primera estrofa es un verdadero canto a la felicidad del hombre libre:
Levántate y mira la montaña
de donde viene
el viento, el sol y el agua
tu que manejas el curso de los ríos
tu que sembraste el vuelo de tu alma
Víctor Jara tiene el don de expresar los sentimientos de su pueblo. Cada canción suya es una poesía que enaltece el alma. Observa la realidad y a través de su guitarra y de su inspiración grafica eternamente la aspiración de un pueblo que lucha por ser Libre. Es consciente que su don no le pertenece, no es de su propiedad, sino más bien es a través de su canto que su pueblo se expresa. Así está para la eternidad su hermosa composición "VIENTOS DEL PUEBLO" en la que utiliza la forma de denunciar lo que ocurría en ese momento:
De nuevo quieren manchar
mi tierra con sangre obrera
los que hablan de libertad
y tienen las manos negras
los que quieren dividir
a la madre de sus hijos
y quieren reconstruir
la cruz que dejara Cristo
Quieren ocultar la infamia
que legaron desde siglos,
pero el color de asesinos
no borraran de su cara,
ya fueron miles y miles
los que entregaron su sangre
y en caudales generosos
multiplicaron los panes
Hermosa canción hecha poesía, o mejor dicho: hermosa poesía hecha canción. La última estrofa señala su destino final, el destino que le espera a todo aquel que lucha junto a su pueblo y por los intereses de todo el pueblo:
Vientos del pueblo me llaman
vientos del pueblo me llevan
me esparcen el corazón
y me avientan la garganta
Así cantará el poeta
mientras el alma le suene
por los caminos del pueblo
desde ahora y para siempre...
Pero Víctor Jara había señalado claramente cuál era su tarea en la construcción de un nuevo orden, y así lo eternizó en su famosa composición "MANIFIESTO", verdadero balance y evaluación del sentido de su vida, el hacer un análisis concreto de la situación concreta, el practicar el principio "de cada quien según su capacidad, a cada cual según su necesidad", cosa que ahora deberíamos reflexionar para entender el sentido de nuestras vidas.
Para Víctor Jara toda su vida estaba escrita en las siguientes estrofas:
Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón,
Tiene corazón de tierra
y alas de palomita
es como el agua bendita
santigua glorias y penas,
Aquí se encajo mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a Primavera.
Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
Que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las canciones verdaderas,
No las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una alondra
hasta el fondo de la tierra
Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre será canción nueva
Que inmensa distancia existe entre un cantante popular (Víctor Jara decía que era un Cantor Popular: "Soy un cantor popular. Popular no de popularidad, sino porque pertenezco a la clase trabajadora. Trabajador de la cultura, pero en fin, trabajador") y lo que hoy se escucha en toda emisora comercial. Qué lejos del sentido de la vida, tal como lo expresara y lo practicara Víctor Jara.
Otra hermosa composición suya narra la masacre de Puerto Montt, canción que denuncia los hechos, canción de protesta, canción nueva que queda como una imborrable huella del tortuoso camino del pueblo:
Muy bien, voy a preguntar
por ti, por ti, por aquel,
por ti que quedaste solo... y el que murió sin saber.
Murió sin saber porqué
le acribillaban el pecho,
luchando por el derecho
de un suelo para vivir.
Hay que ser más infeliz
el que mandó a disparar
sabiendo cómo evitar
una matanza tan vil
Puerto Montt, ¡Oh Puerto Montt!...
Puerto Montt, ¡Oh Puerto Montt!...
Usted debe responder, señor Pérez Sucovich
¿porqué al pueblo indefenso
contestaron con fusil?
Señor Pérez su conciencia
la enterró en un ataúd,
y no limpiaran sus manos
toda la lluvia del Sur
Murió sin saber por qué
le acribillaron el pecho
luchando por el derecho
de un suelo para vivir
Hay que ser más infeliz
el que mandó a disparar
sabiendo cómo evitar
una matanza tan vil......
El 11 de Setiembre de 1973 el mundo entero se conmocionó con el Golpe Militar Fascista en Chile contra el Gobierno de Salvador Allende. Las Fuerzas Armadas Chilenas bajo la dirección de Augusto Pinochet y con el apoyo desembozado y abierto del Imperialismo Norteamericano y la CIA perpetraron delitos de lesa humanidad al acallar la decisión el pueblo chileno que en 1970 apoyó mayoritariamente la propuesta de la UNIDAD POPULAR de la “Vía Pacífica hacia el Socialismo”.
Mi artículo no es una apología a esta tesis, es una buena oportunidad para entregarles nuestra visión sobre esta experiencia histórica y un aspecto particularmente importante para nosotros: La vida heroica de Víctor Jara.
La mañana del 19 de Setiembre de 1973, encontraron el cuerpo de Víctor Jara fuera del campo de concentración en que habían convertido el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Aquel horrendo crimen tiene la marca del criminal que jamás descansará en paz, del torturador, masacrador, asesino del pueblo cuyo recuerdo será referencia de una vieja historia.
Pero Víctor Jara que conocía el camino del pueblo, antes de cumplir su destino tuvo tiempo de hacer su última poesía que es una verdadera expresión de su profundo sentimiento por la vida y por el Mundo Nuevo:
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas
¡Cuanta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra un muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Que espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Si importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿Es este el mundo que creas, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
en estas cuatro murallas solo existe un numero
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento...
(Víctor Jara, Estadio de Chile, Setiembre 1973)
Como en muchos países que sufrieron la instauración de regímenes fascistas sostenidos por el Imperialismo Yanqui y la CIA, en 1990 la llamada Comisión de la Verdad y Reconciliación de Chile dio a conocer los resultados de su investigación sobre la muerte de Víctor Jara: fue acribillado con 44 disparos el 16 de Setiembre de 1973, arrojado a unos matorrales en el perímetro del Cementerio Metropolitano a orillas de la Carretera 5 Sur, luego llevado al depósito de cadáveres donde le asignaron las oprobiosas siglas de “NN” hasta que su esposa Joan Turner logró identificarlo. Lo enterraron en el Cementerio General de Santiago de Chile y el régimen fascista publicó en un diario que había muerto sin violencia y que su sepelio había sido de carácter privado.
El ex soldado José Paredes Márquez que tenía 18 años en 1973 fue acusado como principal responsable del asesinato de Víctor Jara junto a los Coroneles ® Mario Manríquez Jefe del Centro de Reclusión y Edwin Dimter Bianchi cuyo alias era “El Príncipe”. En su defensa el ex soldado informó que cuando le dispararon ya había fallecido por un disparo en la cabeza ejecutado por un oficial del ejército. Por esta razón el juez de la Corte de Apelaciones ordenó una segunda autopsia el 29 de Mayo de 2009.
La fundación Víctor Jara el 27 de Noviembre de 2009 publicó el resultado de esta reveladora segunda autopsia, realizada por el Instituto de Medicina Legal de Chile y ratificada por el Instituto Genético de Innsbruck de Austria que a la letra dice: “múltiples fracturas por heridas de bala que provocaron un shock hemorrágico en un contexto de tipo homicida (…) Golpeado y torturado durante su reclusión en el Estadio de Chile (…) Se han encontrado más de 30 lesiones óseas producto de fracturas provocadas por heridas de proyectil y otras provocadas por objetos contundentes, diferentes a las heridas de bala.”
Una vez finalizado estos necesarios y reveladores procedimientos de necropsia se prepararon los Funerales de Víctor Jara. Desde el 03 Diciembre en el local de la Fundación que lleva su nombre se velaron sus restos que fueron cubiertos por una manta campesina de color rojo con ribetes negros como habitualmente usaba en la difusión de su arte.
El 05 de Diciembre de 2009 se realizó el entierro oficial del más grande trovador de la Nueva Canción y del Nuevo Hombre. Las muchedumbres que acompañaron sus restos hasta su última morada cantaban con fervor revolucionario sus canciones llenas de mensajes y de esperanza para su pueblo.
El movimiento estudiantil chileno que hoy ha puesto en jaque al Estado chileno viene reivindicando en la práctica el legado de quien dio lo más preciado que posee el Hombre… ¡¡Su Propia Vida!!
En ese mismo sentido la vida heroica de Víctor Jara, el más grande trovador de la Nueva Canción y del Nuevo Hombre es motivo de nuestra reflexión en esta hora de recordación.