Escuché decir al parlamentario nacionalista Jorge Rimarachín Cabrera,
cajamarquino de nacimiento, que es militante del partido político que
lidera el Presidente Ollanta y gestor de su triunfo electoral en la
elección de abril y junio del 2011. Siendo la realidad esa, he leído que
ha sido expulsado de tal organización política sin proceso ni citación
al mismo.
O sea, en un proceso sumarísimo, que instauró algún órgano partidario
por orden de alguien en la penumbra, sin derecho a la defensa, lo han
expectorado sin más ni más y el final lo han notificado por periódicos
como noticia de primera página.
¿Habrá alguna falta estatutaria tan grave o gravísima, que no amerite
convocar al procesado, tampoco escucharlo en su banquillo y quizá
sentenciarlo en el aire en un abrir y cerrar de ojos? ¿Jorge Rimarachín
será autor de algún delito execrable, cuya flagrancia altisonante
explica esta expulsión o destitución?
¿O es que el Juicio al supuesto felón en el Teatro de Operaciones de
Guerra que se viene aplicando, porque hay un militarismo en cierne y aún
agazapado en el nacionalismo sin claro contenido, como cuando se usa el
llamado Decreto de Urgencia N° 010-2012, de criminalidad legislativa
que se lleva de encuentro o viola un sinfín de leyes orgánicas y
ordinarias que fueron aprobadas por el Congreso y promulgadas por el
mismo Ejecutivo, so pretexto de sacar al fútbol del hondo marasmo de su
crisis secular por corrupción?.
¿Son los Decretos de Urgencia criminal que dictó Alan García, que se
aprueban sin que se sepa quiénes fueron sus mentores y autores mediatos,
sin debate, sin publicidad y que de pronto aparecen en El Peruano
dominguero, la real expresión de un autoritarismo militar
antidemocrático?
¿Para qué, entonces, el Congreso y sus leyes, si el Decreto de
Urgencia, que dicta el Presidente con sus Ministros manumitidos que
callan siempre por el anhelo del fajín, lo puede y explica todo?
La respuesta es suya, amable lector.
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