Por: Reinhard Seifert
Cajamarca tiene una larga historia de luchas sociales. Desde que el pueblo rechazó al invasor chileno en la histórica batalla en la provincia de San Pablo el 13 de julio de 1882, pasando por la lucha de recuperar las tierras-bajo la batuta de la CCP- de los años 70 del siglo pasado, la creación de la genuina ronda campesina en 1976, única en el mundo, hasta la defensa heroica del Cerro Quilish en el año 2004, los cajamarquinos son indomables. Saben pelear a raudales, sin dar marcha atrás, con “los grandazos” y no con los “marineros”. De esta manera habían revertido el viejo adagio cajamarquino : “La pata que patea no tiene la culpa, sino el poto que lo aguanta”.
Hoy recién hemos terminado un paro indefinido activo y pacífico, durante 11 días, a partir del 24 de noviembre, paro que sigue – con los brazos caídos, protesta corajuda- en la actualidad. El movimiento social hoy está agrupado -en gran parte- en el Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca, éste a la vez forma parte de la Coordinadora de los Frentes de Defensa Provinciales de la Región de Cajamarca (CFP), formada por las provincias de Cajamarca, Celendín, Contumazá, Hualgayoc, San Pablo, San Marcos, Cajabamba y Sta. Cruz, las primeras cuatro se encuentran en estado de emergencia desde el 5 de diciembre. La CFP fue la organización, la que soportó e impulsó con gran valentía el paro.
¿A qué se debe la legitimidad de un Frente de Defensa? Se debe a que muchas autoridades elegidas democráticamente, luego instaladas en el poder, no encuentran salidas coherentes para una gestión eficiente en el desenvolvimiento de las políticas públicas. Un Frente de Defensa es un auténtico “indignado”.
Hace más de un año la CFP inició el trabajo – reunir y organizar todas las fuerzas - y había presionado durante meses al Gobierno Regional de Cajamarca y a los alcaldes para que se iniciara la protección de cabeceras de cuenca, que incluye a los acuíferos, bofedales y humedales; hoy día el principal reclamo de la población. Lamentablemente la inercia, los cálculos políticos, una agenda oscura, y la corrupción de algunas autoridades impidieron el avance de la gestión pública. En muchas reuniones y trámites infructuosos no se logró avanzar. Es así que la voz de protesta se acrecentaba y paralelamente la capacidad de movilización de la CFP fue puesta a prueba, casi a diario. La incidencia política se desplegó en muchas direcciones, bajando a bases, organizando a las masas -como antaño- sensibilizando a todas para definir el sentir del pueblo.
Si las autoridades hubieran hecho su trabajo, un Frente de Defensa no tiene razón de ser. Sin embargo, aparece en la escena política para presionar –es la fuerza moral- y para construir una opinión pública favorable a los reclamos sobre la base de las propuestas programáticas. Claro está, históricamente hablando son muchos años de trabajo sacrificado y abnegado.
Yanacocha (Newmont Mining Corporation) tiene un largo historial de engaños e impunidad en la región de Cajamarca. El pueblo rechaza la idea de la “minería inocua”, porque en la praxis contamina y destruye a las fuentes de agua. Asimismo, el poblador ciudadano y rural refuta el abuso de la mina, la compra de conciencias, la prensa amarilla y la falta de seriedad de esta empresa minera, que en enero de 2012 cumplirá 20 años en Cajamarca.
Por eso es que nuestro Presidente Constitucional de la República Ollanta Humala tenía que resolver rápido el “nudo gordiano”, o el desafío “agua u oro “, de manera contundente y drástica. No lo hizo. Defender al agua implicaba pensar en el futuro.
¿Cómo se habría resuelto? Con la propuesta de dar prioridad al agua y luego buscar las alternativas técnicas para la gran minería, que sí las hay. De modo que el pueblo de Cajamarca lucha contra la empresa minera transnacional Newmont Mining Corporation, no contra el gobierno o el Presidente Humala. Esta claridad y señales faltaban, las de estar a lado del pueblo. El pueblo pidió coherencia al gobierno central, cumpliendo la palabra “cambio”, dentro de los cánones democráticos y nada con la violencia. Rechazamos la violencia venga de donde venga.
Nuestros pueblos del interior son muy sensibles frente al centralismo limeño que se lleva la mayor parte de” la torta”. Lo único que piden es voz y voto, participación plena en las decisiones, como ciudadanos reconocidos, no ser defraudados. Allí, del Presidente Humala exigían dar la cara al pueblo -directamente- la que fue la consigna popular por estos días. Situaciones difíciles requerían soluciones inteligentes.
Visto que el diálogo se ha estancado es necesario desentrampar o derrumbar al invisible “muro de Berlín”, dado que en el seno del pueblo hay tres grupos políticos que se disputan el liderazgo político partidario (Patria Roja, los radicales y Tierra y Libertad), es hora que los dirigentes del “segundo plano” o nivel , o sea los técnicos honestos y transparentes, que forman parte del movimiento social asuman su responsabilidad. Hay que facilitar el camino parafraseando a Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
¿Cómo hacer viable la propuesta? Simple, por ahora poner en la congeladora a los políticos, a los figurettis, a los oportunistas de siempre y centrar la discusión en la parte técnica, que de ninguna manera está separada de la parte política. Esta es una buena política. Obviamente más adelante los políticos tienen que tomar las decisiones políticas más sensatas, acerca de las propuestas técnicas, no de las de corifeos vendidos.
Los dirigentes de los Frentes de Defensa tienen la suficiente legitimidad, influencia y poder y están dispuestos de aceptar el gran reto: el desarrollo de la región de Cajamarca, que no pasa por la minería excluyente. Evidentemente se debe desarrollar la ganadería, la agricultura, el turismo, entre otros sectores productivos.
La minería de Yanacocha no ha creado la demanda solvente, aquella que satisfaga las necesidades básicas de la población y que crea un excedente para el mercado. Todo lo contrario. Yanacocha ha empobrecido más al pueblo cajamarquino. Veamos. Pongamos un ejemplo; por persona anualmente durante el año 1994 se recibió 0.10 soles, en 2000 algo de 15 soles y en 2010 apenas 50 soles por el concepto del canon minero, respectivamente. No es nada –es un mendrugo- frente a la gran riqueza que extraen de las entrañas de Cajamarca. Otro mito creado por la empresa minera y el Estado es que el canon minero por cobrar a Minas Conga – cuyo titular es Yanacocha- es que traerá “el desarrollo” y que combate a la pobreza. Nada más falso.
Si comparamos las cifras del INEI en Huasmín, el 88.3% es pobre y el 50 % vive en extrema pobreza. En Sorochuco, el 79.1% es pobre y el 46.3% habita en extrema pobreza. Son los distritos en conflicto, donde están las lagunas en disputa con el proyecto minero Conga. Empero, el distrito La Encañada -donde se sitúa Yanacocha- que recibió durante los últimos 18 años la mayoría del canon minero, la realidad de la pobreza es parecida. 78.5% es pobre y el 44.3% extremadamente pobre. Entonces, ¿donde está la reducción de la pobreza? En ningún lado, como si la empresa minera Yanacocha no existiera en la zona. En resumen, el canon minero no sirve para cambiar o reducir los niveles de pobreza, es insignificante y no ha contribuido al anhelado desarrollo de los pueblos olvidados.
Esto es, la gente quiere aguas limpias, sanas y cristalinas, que no enfermen a nadie. Alrededor de estas consignas –fue el tronco- fueron organizadas las demás alternativas, el rechazo a las injusticias, por defender al medio ambiente, al futuro, por ende a la vida.
En este sentido declarar el estado de emergencia en Cajamarca fue totalmente desproporcionado. Lo que hizo fue “echar más leña al fuego”. No fue un análisis social y político fino de la situación en Cajamarca, además del tradicional repudio a los militares que solucionan los problemas “con las botas y las armas”.
El carbón ya prendido e incandescente, más adelante puede desembocar en incendiar todavía más la pradera cajamarquina. Si tocan y maltratan más a los campesinos empeorará la situación. Se percibe así un Estado represivo, el de siempre y de toda la historia republicana, como el “hermano gemelo” de las empresas transnacionales y no como un gobierno capaz de enrumbar y solucionar los problemas en democracia y para la gran mayoría. Por ejemplo, el día domingo 4 se cerró por completo a la Plaza de Armas de Cajamarca, con todo el poder militar y policial, desfilaron únicamente los trabajadores de Yanacocha, con polos blancos en señal de provocación, no dejaron participar al movimiento social. El Estado nos faltó el respeto. Apareció otro Estado – otra vez- dentro de él, al lado de los privilegiados, al lado de los ricos. El viejo Estado oligárquico con sus poderes fácticos. Hoy los malos policías, cuya estadía es financiada por Yanacocha, arman escándalos, se emborrachan, molestan a las mujeres y cometen otras barbaridades. Son repudiados por el pueblo.
Esto tiene que acabar y punto.
Cajamarca, 6 de diciembre 2011
Reinhard Seifert