La huelga indefinida en Cajamarca demandando la inviabilidad del
proyecto Conga carece, luego de 15 días, de la fuerza que sus
organizadores estimaban necesaria para producir el resultado esperado.
Si bien se registra una importante movilización de los sectores opuestos
al proyecto minero, Cajamarca está lejos de ser el escenario de una
mayoría contundente a favor del Conga no va. A esta debilidad han
tributado la concepción de huelga indefinida como medida en la que se
apuesta el todo o nada de una reivindicación; el cambio del programa
cuando la medida de fuerza se había iniciado, extendiendo el rechazo a
todas las operaciones de la empresa Newmont; y la abusiva suspensión de
labores educativas reprobada en todo el país.
El Conga va, en la lógica del sector del gobierno que encabeza el
premier Óscar Valdés, tampoco puede cantar victoria; la temeraria
movilización de los partidarios del proyecto, con inocultable patrocinio
de la empresa minera, se ha detenido felizmente antes de instalarse un
escenario de masa contra masa. A esta debilidad han contribuido el
despliegue de abundante fuerza que sigue alejando a los ciudadanos de
Cajamarca del Estado, con no pocos episodios de abuso policial y sin
llevar aparejadas iniciativas de diálogo. El gobierno no ha podido
imponer Conga por la fuerza a pesar del clima macartista que algunos
medios han intentado crear.
Lamentablemente, en Cajamarca la huelga y la respuesta policial del
gobierno tienen líderes pero el diálogo carece de personeros. Las partes
no se han dado cuenta de que se han trabado en un empate y de que los
protagonistas cansados solo mascullan. Eso está hartando al país y a los
mismos cajamarquinos. La medida más inteligente, ahora y no después, es
un diálogo de verdad, sin reticencias, con interlocutores, agenda,
plazos y buenas formas, sobre todo luego de saberse extraoficialmente
que la empresa se habría allanado a las condiciones expuestas por el
presidente de la República.
Igual medida reclama la situación en Espinar, luego de la liberación
del alcalde provincial y de la disposición mostrada por este y por la
municipalidad de iniciar el diálogo a pesar de la vigencia del Estado de
Emergencia.
En Espinar, el diálogo es una oportunidad para todos. Al gobierno le
permitiría desandar la decisión desastrosa, pasajera e ilusoria de
recurrir a la “mano dura” deteniendo y acusando a su interlocutor y
motivando decisiones judiciales aberrantes. La mano dura en Espinar ha
sido un pésimo negocio para el gobierno; de este conflicto hasta ahora
solo ha extraído reveses: descrédito, desconfianza, desencanto y menos
legisladores en su bancada.
El diálogo también debe permitirle a Espinar legitimar a sus
autoridades elegidas como interlocutores razonables del Estado y de la
empresa y reducir los arrestos extremistas que anidan en el Frente de
Defensa de los Intereses de Espinar, grupo impulsor de la violencia,
resistente al diálogo y agresor del mismo alcalde. Las decisiones del
gobierno sobre un nuevo monitoreo participativo sobre los efectos de la
actividad minera en esa provincia, la libertad del alcalde y la
aceptación de la veracidad del informe difundido por la congresista
Verónika Mendoza cierran una etapa y abren otra de reflujo de las
tensiones. Haría bien el gobierno en suspender el Estado de Emergencia.
Fuente: www.larepublica.pe
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