Andrés Townsend Ezcurra, 23-3-1915/31-7-1994 |
Pasaron los años con rapidez inusitada y van 18 los
que compendian este largo trecho desde que se fue el maestro Andrés
Townsend Ezcurra un día como hoy 31 de julio de 1994. Pero tengo la viva
impresión que es indispensable subrayar que ATE (como se refiere a él
en carta de 1936, Haya de la Torre) fue un hombre de limpieza
acrisolada, decencia, buen humor y brillantes cualidades intelectuales y
mejores devociones familiares. Los que vimos de cerca su actuación y
pelea cotidiana estamos en capacidad de testimoniarlo.
Admonizó contra el oportunismo desviacionista que entonces, luego de
la desaparición de Víctor Raúl, se enseñoreó insolentemente en el Apra.
Alertó contra inmorales y delincuentes capaces de cualquier cosa. Y lo
acontecido no puede ser más atroz: su Partido, el Apra, antaño dínamo
vertiginoso de aporte político y militante en las calles, es hoy
cuestionado por la profusión de ladrones y cacos que se sirvieron del
dinero público para sus enriquecimientos insolentes y oprobiosos. Las
muestras públicas y la impudicia que exhiben los sospechosos dicen no
poco.
Don Andrés dejó libros, artículos, ensayos, enseñanzas y una forma de
vivir con sencillez estupenda. Su familia, Elena, Andrea, Josefina y
Anel y la matrona y compañera esposa, Ana Elena Diez Canseco de
Townsend, pueden aprehender, hoy mejor que nunca, que el hombre sin
odios que fue don Andrés, signó con marchamo indeleble a todos los que
le amaron filial y fervorosamente. Los que, sin ser hijos o familiares,
pero que tuvimos que ver con él, aunque sea de maneras muy modestas,
aprendimos en su ejemplo y le recordamos 18 años después.
Pergeñé algunos textos en su recordación y a ellos me remito sin
impedir que la emoción me recuerde su voz de comando, no pocos regaños
por mis imprudencias y aliento en las buenas y en las malas. Sí,
ciertamente, hitos de vida que he procurado seguir transitando desde
entonces.
Andrés Townsend Ezcurra: a quince años de su partida
http://www.voltairenet.org/article1...
31-7-2009
Olvidado, más bien borrado, de la historia oficial de su partido, el
Apra, un político, decente y creativo, Andrés Townsend Ezcurra, amante
fidelísimo de su “Tierra Santa”, Chiclayo, partió a la eternidad un día
como hoy de 1994. Siguiendo la peruanísima como execrable costumbre de
obliterar antes que interpretar y analizar y superar los yerros pasados,
tirios y troyanos se hacen los bobos y silencian cuanto se refiera a
uno de los fundadores de la FAJ en 1934. Lucir ignorancia solo envilece y
enaniza y ni siquiera los que han “ganado” lauros con libracos o con su
memoria, tienen arrestos reivindicadores con aquél. El miedo y el temor
no producen, más bien idiotizan.
La limpieza en la cosa pública fue blasón y signo distintivo de
Townsend. La política tiene que ser digna, no hay otra forma de
concebirla y practicarla. De lo contrario se vuelve vil negociado
culpable. ¿Cómo entender hoy la posible privatización de los penales con
un pobre diablo sospechoso de crímenes a cargo de la cartera? ¿no es un
escándalo que se pretendan negociados con los hospitales y por décadas
de contratos non sanctos? ¿por causa de qué y de quiénes se ha dado
marcha atrás en el magnífico proyecto del megapuerto en la Isla San
Lorenzo? ¿que, hay que esperar la dádiva minera que sigue contaminando,
tierras y comprando conciencias de mercenarios con asiento en el
gabinete ministerial
Escucho, cada día más, y por parte de ayer enconadísimos adversarios
de Townsend, que ellos y no don Andrés, fueron los equivocados. Hoy
confiesan haber creído una mentira masiva que produjo lo que hoy es la
extinción cuasi virtual de lo que fuera esperanza y por momentos gloria
del movimiento popular de protesta en calles y plazas. Doyme cuenta
entonces de cómo y por dónde va el sentimiento: pesar pero impotencia.
Hacer y organizar son, en política, virtudes infaltables y para ello la
limpieza y la bona fide, amén de las ganas incansables de ganar en buena
lid, son pasaportes ¡indispensables! ¿Cuántos hoy pueden exhibir
diáfana hoja de vida y no prontuarios?
Los atisbos admonizadores que emitiera públicamente Townsend a partir
de la controvertida asamblea que eligió como candidato a Armando
Villanueva en 1979, resultaron verdad maciza e innegable a posteriori.
En 1980 Fernando Belaunde ganó los comicios por un margen de más de 700
mil votos. Por lo menos eso confirmó que el Apra, que tenía todo para
ganar, de modo nacional y luego de la muerte de Haya de la Torre el 2 de
agosto de 1979, se había equivocado. ¡Y de qué manera!
En el 2003 escribí:
ATE: a nueve años de su partida
Se me ocurrió una noche de 1974 pedirle a Víctor Raúl Haya de la
Torre que fuera a mi colegio a dar una charla. El Viejo sonrió y me
dijo: “voy y luego te botan y la dictadura tiene el pretexto que
necesita para decir que estoy soliviantando a los escolares, vamos a
hablar con Andrés Townsend que es un excelente orador.” Contesté: “pero
si yo no lo conozco”, “no te preocupes, dijo Haya, yo te lo presento”. Y
así fue y don Andrés llegó por mi querido Colegio América y salió luego
de un rico diálogo entre aplausos atronadores. Hoy, hace 9 años que
partió como polvo en viaje a las estrellas ese peso pesado de la
política nacional que fue Andrés Townsend Ezcurra.
Los recuerdos se agolpan, la emoción asciende y los años, sin
perdonar a nadie, siguen pasando. Puedo decir, desde la atalaya de más
de 40 años, que tuve la suerte de conocer a políticos limpios,
integérrimos y batalladores por sus verdades y por lo que ellos
consideraban la lucha por un Perú madre y no madrastra de sus
compungidos hijos. Entre estos centelleaba ¡qué duda cabe! don Andrés
Townsend.
Debo confesar que fui uno de sus alumnos, el peor de todos. ¡Cuántas
calaveradas, de esas que desquician al más templado, debió soportarme
don Andrés! Siempre con paciencia y tino pedagógico me enseñaba y
corregía. Por lo menos aprendí a redactar con alguna fortuna y él es
responsable, al igual que el genial Crose (Carlos Roose Silva), que esté
metido en estas avenidas peligrosas peleando centímetro a centímetro
contra la incomprensión y la mentecatería de los delincuentes o de
quienes, por tener dinero y poder real, se creen en el derecho de dictar
el guión de la vida del resto de los peruanos.
Injustamente olvidado por su partido, el Apra, don Andrés fue un
hombre valioso y un fiel colaborador de Víctor Raúl. Hay piezas maestras
que traslucen su estilo, de belleza buida (como alguna vez dijera otro
ilustre recientemente desaparecido, Nicanor Mujica) y que interpretan
momentos cenitales de la política peruana, como aquel profundo mensaje
que leyó Haya de la Torre al inaugurarse la Asamblea Constituyente de
1978. O cuando las exequias del viejo león trujillano frente a las
puertas del Congreso el 5 de agosto de 1979 y fue entonces que Townsend
le decía al dínamo Víctor Raúl: “fuiste más presidente que muchos
presidentes y te fuiste en olor de multitud como transcurrió toda tu
vida”.
Hoy se habla de la integración latinoamericana como un deber
ineluctable de la política continental. Y los jóvenes, sobre todo,
ignoran que en la Constitución de 1933 hubo un artículo que prohibía a
los partidos de “organización internacional” y que uno de ellos fue
proscrito, sus militantes zaheridos o asesinados, por creer en la unión
latinoamericana. Uno de los gonfaloneros más entusiastas y lúcidos de
este fenómeno fue Andrés Townsend. A su concurso fundacional se debe la
creación del Parlamento Latinoamericano y una placa conmemora su
recuerdo en 1964 en el Congreso del Perú.
Hoy cuando el 95% de los políticos son bufones de muy poca
especialización, barruntos torpes de cualquier zafarrancho que no de
arte o negociación, las estrellas lejanas pero presentes de hombres como
Andrés Townsend, brillan con luz incenescente. Vivo con su recuerdo y
en el cariño que prodigué a sus enseñanzas fraternales múltiples. He
olvidado las desavenencias y los baches.
¡A tal señor, tal honor!
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