En El Paso, la Fiscalía omite convocar al "muy buen amigo" de Posada: Kiszynski
POR: JEAN-GUY ALLARD
El oficial del FBI George Kiszynski que Luis Posada Carriles designó como un “muy buen amigo” en su entrevista con el New York Times y que sabe más del terrorista internacional que cualquier funcionario del aparato de inteligencia y de "justicia" de Estados Unidos no estará en el "juicio" que se abre en El Paso para encubrir la responsabilidad de la CIA en el terrorismo cubanoamericano.
La historia conocida de la complicidad del oficial Kiszynski con la mafia cubanoamericana empieza en 1979 cuando los detectives Sergio Pinion y Ozzie Austin le comuniquen planes de terroristas vinculados a la Coordinación de Organizaciones Revolucionaris (CORU) de Orlando Bosch para destruir un avión que realiza vuelos entre Miami y La Habana. Los investigadores de la policía de Miami piden entonces a su colega su apoyo para contrarrestar la conspiración.
De inmediato, Kiszynski se reúne con los sospechosos señalados, bajo pretexto de interrogarlos, y al salir del encuentro “olvida” su maletín.
Informados por un colaborador infiltrado en el CORU, Pinión y Austin denuncian Kiszynski a sus superiores jerárquicos que realizan una investigación cuyo resultados – desconocidos – son rápidamente archivados.
Poco antes del escándalo Iran-Contra, Kiszynski fue también quien comunicó al coronel Oliver North, gerente del complot al servicio de George Bush padre, un informe ultra secreto del FBI en el cual se revela de manera detallada cada elemento de una investigación que había realizado la Policía de Miami sobre los Contras y el tráfico de droga. Un tráfico en el cual participaba activamente el agente CIA Luis Posada Carriles.
EL 7 de febrero de 1992, el mismo Kiszynski – designado por el FBI para cumplir una orden del Congreso de asistir a la Oficina del Fiscal Independiente que investigaba el asunto Irán-Contras - interroga a Luis Posada Carriles durante varias horas en la Embajada norteamericana de Honduras donde el terrorista se encuentra.
La conversación - amena – entre el policía y el terrorista se desarrolla sin que al primero le venga la idea de detener al segundo. Posada podrá así seguir con sus intentos de magnicidio, con la confirmación de una simpatía de los del Norte hacia sus actividades. Y lo hará luego tanto en Venezuela como en República Dominicana y Panamá.
“NUNCA VOLVI A SABER NADA DE ELLOS”
Pero quedan otras anécdotas muy sorprendentes acerca de ese agente demasiado especial. En 1997, el ingeniero guatemalteco Antonio “Tony” Jorge Álvarez maneja la sucursal de la firma WRB Enterprises en Guatemala con la cual trabaja Posada Carriles. El terrorista está entonces manejando la campaña de atentados contra hoteles de Cuba y complota un atentado contra el presidente cubano Fidel Castro que se prevé realizar con la Cumbre Iberoamericana de Isla Margarita, Venezuela.
Álvarez, hoy residente de Greenville, Carolina del Sur, informó al FBI. Señaló que Posada y sus cómplices compraron detonadores – entre los cuales los que reaparecerán en La Habana - para la fabricación de artefactos dinamiteros - y que había observado en su posesión explosivos plásticos.
Según declaraciones que hizo luego Álvarez al New York Times y que fueron publicadas, el FBI fue “sorprendentemente indiferente”. El diario confirmó que un agente – George Kiszynski - se puso en contacto desde Miami con Alvarez.
“Me dijo (el agente) que mi vida estaba en peligro, que esa gente era muy peligrosa y que abandonara a Guatemala. Nunca volví a saber nada de ellos”, declaró Alvarez al diario.
El propio New York Times tuvo que concluir que si el FBI hubiera entrevistado entonces al empresario Álvarez, hubiese conocido cómo Posada planeaba los atentados de La Habana.
Tampoco Álvarez se encuentra convocado en El Paso.
Pero no es todo.
El mismísimo Kiszynski reaparecerá el 26 de marzo del 2001 como testigo en la causa de los Cinco cubanos acusados de “espionaje” por haber infiltrado grupos terroristas de Miami.
Ante el tribunal, Kiszynski cuyos antecedentes se ignora entonces, contó como investigó, en julio de 1998, dos barcos anclados en una marina de Miami cuyo dueño preparaba una operación terrorista contra Cuba.
Kiszynski afirmó que, en una operación que realizó, se buscó explosivos o armas y no se encontró nada. Luego fue a interrogar al dueño, Enrique Bassas, quien, admitió, conocía de antemano.
Lo que no precisó Kiszynski es que Bassas es uno de los individuos que se reunieron con Luis Posada Carriles, precisamente en julio de 1998, entre el 19 y el 21 —a unas semanas del arresto de los Cinco— en el Hotel Holiday Inn, de Ciudad de Guatemala, para preparar otro plan de atentado contra el Presidente cubano, quien iba a participar en la Cumbre de Jefes de Estado del Caribe, en Santo Domingo.
Tampoco precisó que Bassas conoció a Posada en la provincia cubana de Cienfuegos, donde ambos nacieron, ya que fue miembro del Ejército Secreto Cubano del connotado terrorista Sixto Reynaldo Aquit Manrique.
INVESTIGÓ LOS ATENTADOS DE LA HABANA
George Kiszynski se encuentra tan ligado al conjunto del dossier del terrorista internacional, que hasta investigó los atentados que Posada confesó haber provocado en La Habana, en 1997, según confirmó un informe oficial de la policía federal norteamericana desclasificado el 18 de mayo último.
El 15 de junio de 1998, como resultado directo de una comunicación al Presidente Bill Clinton realizada el mes anterior por el escritor colombiano Gabriel Garcìa Marquez a solicitud del Presidente cubano FidelCastro, llegó a La Habana una delegación del FBI que se reunirá los 16 y 17 de junio de 1998 con expertos cubanos.
Los tres oficiales norteamericanos recibieron entonces una amplia información sobre los atentados ocurridos en Cuba el año anterior que incluyó, entre otras cosas, 64 folios en los que se aportaba evidencias acerca de 31 acciones y planes terroristas contra Cuba desarrollados entre 1990 y 1998 bajo orientación de la Fundación Nacional Cubanoamericana (FNCA) de Miami.
Entre las evidencias así ofrecidas, se encontraban también las muestras de explosivos utilizados en la fabricación de bombas desactivadas antes de explotar.
Los oficiales del FBI se comprometieron a informar a la parte cubana de los resultados de su análisis de los materiales entregados en el más breve plazo. Nunca lo hicieron.
El documento desclasificado de tres páginas, sí, ha sido depositado como un elemento más de evidencia, ante el tribunal de El Paso que debe proceder - en una fecha por determinar - a juzgar Posada por varios cargos. Pero el propio Kiszynski, hoy jubilado y radicado en Miami, no ha sido convocado para compartir su conocimiento tan profundo de las activiades del acusado.
Fechadas del 13 de noviembre 1998, las dos primeras páginas del documento desclasificado reportan como el 17 de junio anterior “un examen en el terreno de cuatro detonadores eléctricos ha sido realizado en La Habana, Cuba” y prosigue dando las “especificaciones de los especimenes examinados”, cuatro detonadores de marca DuPont y de fabricación estadounidense.
La tercera página – una carta dirigida explícitamente al jefe del FBI de Miami - se refiere a tres muestras de explosivos examinadas, precisando que los resultados de su análisis vienen como piezas adjuntas. Justo después del último párrafo, aparece enigmáticamente, escrito a mano, el apellido KISZYNSKI.
Lo que indica claramente que el oficial del FBI George Kiszynski, constantemente vinculado al terrorismo contra Cuba desde décadas, participó de una forma u otra en la investigación llevada por el cuerpo de policía norteamericano sobre los atentados de 1997 en Cuba.
La presencia de la palabra KISZYNSKI al final del inventario de las muestras de explosivos redactado por el FBI después de la visita de sus enviados a La Habana constituye una prueba más de mala fe en el sulfuroso dossier de la relación entre la policía federal de Estados Unidos y el terrorismo cubanoamericano.
La ausencia de Kiszynski en el tribunal de El Paso, convertido en teatro por el Departamento De Justicia norteamericano, por supuesto se explica.
En la entrevista del New York Times, el propio Posada daba ya la hora exacta: “Como pueden ver, a mí no me molestan ni la CIA ni el FBI”, dijo
Matthew J. Archambeault, entonces abogado de Posada Carriles, lo confesó con una admirable franqueza el 31 de agosto de 2005 al dirigirse al juez de inmigración William Lee Abbott. Declaró entonces que su cliente no deseaba seguir testificando para "evitar perjudicar temas sensibles de seguridad de Estados Unidos y de otros países".
En lo que significaba un verdadero chantaje al Gobierno norteamericano, el abogado miamense dijo luego en una conferencia de prensa que Posada "sabe mucho y si habla podría ser dañino para el FBI, la CIA y el Gobierno en general".
Poco antes, el entonces Subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, había dado a la mafia terrorista de Miami la garantía que el caso, ya citado en el Consejo Nacional de Seguridad, estaba de una forma u otra, entre buenas manos cuando expresó que el caso de Luis Posada Carriles se analizaría de manera "privada, seria y transparente".
Ya se preparaba la jugada.
Kiszynski puede dormir tranquilo. No aparece ni aparecerá en el guión de El Paso.
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