POR: JEAN-GUY ALLARD
Un agente del FBI reconoció el lunes en el  juicio por perjurio del terrorista internacional  Luis  Posada Carriles que los investigadores nunca se dieron la pena, a pesar  del escándalo que provocó la entrada ilegal en EE.UU. del viejo asesino,  de incautar, investigar e incluso confiscar el barco camaronero  Santrina, una evidencia tan esencial en este caso.
El cuerpo de policía federal que Hollywood no  deja de celebrar, no obtuvo pruebas físicas que vinculen a Posada con el   Santrina, y nunca llevo a cabo “un cateo de la nave en  busca de huellas digitales u otras pruebas de que Posada en realidad fue  traído de contrabando de México a Miami a bordo del barco”, reveló  Steven Ussher, agente de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE),  reporta el Nuevo Herald, diario cercano a la mafia cubanoamericana de  Miami.
Dando una nueva prueba de la extrema  complacencia del FBI hacia Posada y su red terrorista, el oficial le  dijo al jurado que nunca se solicitó una orden judicial para catear el  barco “después de que éste llegó a Miami desde Isla Mujeres, México, en  el 2005, o en el momento, en el 2006, en el que Ussher fue asignado a la  investigación sobre Posada, ni luego cuando se convirtió en agente a  cargo del caso”.
“Ussher también reconoció que nunca había  tratado de comprobar si las huellas dactilares en una solicitud de un  pasaporte guatemalteco, supuestamente presentada por Posada bajo otro  nombre, en realidad pertenecían a Posada”, precisa el reportero del  Nuevo Herald. 
El testimonio de Ussher podría constituir un  golpe para la fiscalía en su intento por convencer al jurado de que  Posada fue introducido de contrabando a bordo del Santrina en marzo del  2005, comenta.
Es precisamente la intención del FBI que desde  décadas no ha enseñado la menor intención de ejercer su tarea de policía  de contrainteligencia de Estados Unidos, responsable de seguridad  nacional.
El testimonio de Ussher sobre posibles  deficiencias en la investigación se situó durante el largo  contrainterrogatorio realizado por el abogado mafioso de Posada, Arturo  V. Hernández, de Miami.
“Ussher no explicó en el interrogatorio de  Hernández por que él, o los otros agentes federales a cargo del caso, no  solicitaron una orden para registrar el Santrina”, observa el Herald.
 Se sabe con que severidad, las  autoridades aduanales norteamericanas intervienen todos los medios de  transporte implicados en actos criminales. Sin embargo, el Santrina, que  llego ilegalmente en territorio de EE.UU. sin ningun control aduanero,  se parqueó en el Rio Miami en el muelle de un restaurante donde  almorzaba el jefe de la policía local (¡!), sin ningun tramite,  nunca  fue objeto de una investigación policíaca cual que sea. 
 Su dueño, el terrorista y  traficante de armas Santiago Álvarez, nunca fue interrogado y aún menos  inculpado de una entrada clandestina en el país o por una  responsabilidad alguna en la llegada escandalosa del terrorista más  peligroso del continente, denunciada mundialmente.
 La periodista norteamericana Ann  Louise Bardach, cuya computadora ha sido penetrada por un hacker  desconocido, ha revelado hace unos años como el FBI de Miami destruyó el  expediente completo de Luis Posada Carriles en un momento crítico de  sus aventuras judiciales. En la entrevista que le concedió Posada para  el New York Times, el delincuente habla con delicias de su amistad con  el oficial del FBI George Kiszynski quién lo acompaño a lo largo de su  carrera de terrorista internacional.
 La confesión del oficial Ussher es  solo la última pieza de convicción que se aparece en el enorme dossier  de la complicidad del FBI con la mafia cubanoamericana.



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