Lo único que está claro de la pregunta que hace Imasen en su última encuesta, es que 36.5% de los entrevistados quiere un “cambio radical” en la política económica, lo que debe entenderse como una exigencia de una orientación distinta u opuesta a la actual; 37.8% quiere “cambios en algo”, que debe querer decir introducir algunas reformas al modelo; y 25.1% que dicen que la cosa debe continuar igual, que en síntesis debe entenderse como que están satisfechos con lo que ha venido ocurriendo.
Pero a partir de allí caben diversas interpretaciones. Por ejemplo, el diario que publicó la encuesta entiende que “el mensaje de los peruanos” sería que una mayoría (73.9%) quiere cambios en la economía. Pero con los mismos datos en la mano yo escuché a un publicista opinar que la información significaba más bien que el no cambio y los cambios dentro del modelo eran mayoría (62.5%). La teoría del vaso medio lleno y medio vacío, en una versión electoral.
Por supuesto, que lo que está saltando a la vista es la incongruencia entre la suma de las intenciones de voto en la encuesta de Imasen a favor de los candidatos neoliberales (Toledo, Castañeda, Keiko y PPK) que asciende a 77.3%, y que representa la posición del no cambio; y las opiniones sobre la política económica. Es por ello que el analista Álvarez Rodrich se adelanta a poner trapos fríos y acude a un estudio anterior de Ipsos Apoyo y a una lectura de Giancarlo Castagnola (miembro de directorio de cuánta empresa quiere estar cerca de la encuestadora y consultora), según la cual el 38% de encuestados que también se expresó por “cambios radicales”, luego tradujo esta expresión en asuntos como: “más apoyo social a los pobres”, “leyes laborales que protejan más a los trabajadores”, “más apoyo a la pequeña industria”.
O sea que si estos son los temas “radicales”, ¿cómo serán los “cambios de algo”?. En resumen que estamos de maravillas o como dicen los carteles de Castañeda: “el Perú está bien, tú deberías estar mejor”. La pregunta es si ese es realmente el humor de la calle, o si estamos acomodando todas las piezas para justificar el continuismo más cerril. Pero si volvemos a Imasen, tal vez podamos lograr una perspectiva diferente. Veamos algunas preguntas:
Continuismo por regiones
El 43.6% no quiere cambios en Lima-Callao, mientras el 28.1% quiere cambios parciales y 27.5%, un cambio radical. En el oriente el continuismo llega al 32.3%, los cambios parciales a 37.9% y la exigencia de cambio radical a 28.6%. Estas dos son las regiones con mayor inclinación conservadora a la fecha de la encuesta, según Imasen.
Luego se ve que en el sur el continuismo va por 18%, con 41.7% por los cambios moderados y 38.6% por cambios radicales. En el norte, el 14.5% no quiere cambio, el 32.5% pide cambios parciales y 52.6% una orientación radicalmente diferente. En el centro el continuismo es de 13.9%, el cambio moderado de 64.4% y el radicalismo de 20.1%.
Pero a partir de allí caben diversas interpretaciones. Por ejemplo, el diario que publicó la encuesta entiende que “el mensaje de los peruanos” sería que una mayoría (73.9%) quiere cambios en la economía. Pero con los mismos datos en la mano yo escuché a un publicista opinar que la información significaba más bien que el no cambio y los cambios dentro del modelo eran mayoría (62.5%). La teoría del vaso medio lleno y medio vacío, en una versión electoral.
Por supuesto, que lo que está saltando a la vista es la incongruencia entre la suma de las intenciones de voto en la encuesta de Imasen a favor de los candidatos neoliberales (Toledo, Castañeda, Keiko y PPK) que asciende a 77.3%, y que representa la posición del no cambio; y las opiniones sobre la política económica. Es por ello que el analista Álvarez Rodrich se adelanta a poner trapos fríos y acude a un estudio anterior de Ipsos Apoyo y a una lectura de Giancarlo Castagnola (miembro de directorio de cuánta empresa quiere estar cerca de la encuestadora y consultora), según la cual el 38% de encuestados que también se expresó por “cambios radicales”, luego tradujo esta expresión en asuntos como: “más apoyo social a los pobres”, “leyes laborales que protejan más a los trabajadores”, “más apoyo a la pequeña industria”.
O sea que si estos son los temas “radicales”, ¿cómo serán los “cambios de algo”?. En resumen que estamos de maravillas o como dicen los carteles de Castañeda: “el Perú está bien, tú deberías estar mejor”. La pregunta es si ese es realmente el humor de la calle, o si estamos acomodando todas las piezas para justificar el continuismo más cerril. Pero si volvemos a Imasen, tal vez podamos lograr una perspectiva diferente. Veamos algunas preguntas:
Continuismo por regiones
El 43.6% no quiere cambios en Lima-Callao, mientras el 28.1% quiere cambios parciales y 27.5%, un cambio radical. En el oriente el continuismo llega al 32.3%, los cambios parciales a 37.9% y la exigencia de cambio radical a 28.6%. Estas dos son las regiones con mayor inclinación conservadora a la fecha de la encuesta, según Imasen.
Luego se ve que en el sur el continuismo va por 18%, con 41.7% por los cambios moderados y 38.6% por cambios radicales. En el norte, el 14.5% no quiere cambio, el 32.5% pide cambios parciales y 52.6% una orientación radicalmente diferente. En el centro el continuismo es de 13.9%, el cambio moderado de 64.4% y el radicalismo de 20.1%.
En el área urbana el continuismo es de 28.4%, el cambio parcial de 35.1% y el cambio radical de 35.4%; mientras en el área rural los continuistas llegan al 14.5%, 44.8% por el cambio parcial y 40% por el cambio radical.
Política económica
El 40.2% de los encuestados considera que su situación económica ha empeorado durante la gestión del actual gobierno; 39.5% cree que no ha habido cambios, ni para bien ni para mal; y 17.4% que realmente ha mejorado. En Lima-Callao, el 31.2%, cree haber mejorado, mientras que el 68% de los encuestados del centro; el 62.1% del oriente; el 51.5% del centro; y el 46% del sur, considera que ha empeorado su situación.
También un 53.9%, a nivel nacional, considera que hay más inflación que antes; y 48.6% que hay menos oportunidades de empleo. Todos estos valores dan una idea crítica mucho más aguda que la que están dispuestos a admitir algunos analistas. Sobre el tema de la pobreza, un 48.2% considera que también ha empeorado, mientras el 33.2%, cree que la situación sigue igual y el 14.8% señala que ha disminuido. No hay duda que en este grupo de preguntas hay un ácido balance de la gestión gubernamental actual, a mucha distancia del autobombo de Alan García.
Inversiones
En el terreno de las inversiones y el gasto público, se puede confirmar que la mayoría (70.7%) estima que el presidente debe “atraer inversiones”, mientras que el 28.7% está en desacuerdo. Este punto refuerza un aspecto clave de la política del presidente García. Pero, a continuación viene otra interrogante acerca de si se ha estado haciendo “lo suficiente”, para que las empresas privadas cumplan la ley, y lo que dicen los números es que el 79.6% considera que no se ha hecho lo suficiente y sólo el 19.3% opina que sí se ha tratado correctamente a los inversores.
Tómese nota entonces que hay reclamo de inversiones, pero al mismo tiempo hay conciencia de que el Estado se está portando débil para regular a los inversionistas para que cumplan la ley.
El 77%, se pronuncia además, por el fortalecimiento de Enapu y Petroperú, en circunstancias en que las empresas del Estado están debilitadas y directamente se trata de liquidar a la administradora portuaria del Estado.
El último concepto económico de la encuesta nos dice que nada menos que el 82.6% no está de acuerdo con el manejo gubernamental de los recursos estatales. Este “desacuerdo” se desagrega en algunas motivaciones: es un uso corrupto (20.4%), no va dirigido a los pobres (7.5%), hacen lo que quieren (5.5%), no son eficientes (5.1%), no hay igualdad (4.9%)
Conclusiones
El Perú está lejos de convertirse en un país conservador en materia económica. Y, ciertamente, la mayor insatisfacción y menor continuismo, se da en las regiones del interior. La exigencia de cambio se sustenta en una mirada que afirma que la situación personal ha empeorado o no ha mejorado, que hay mayor inflación y menores opciones empleo, y que la pobreza habría crecido a pesar de las estadísticas oficiales.
La gente está de acuerdo con promover las inversiones al más alto nivel, pero considera que no se está haciendo lo necesario para que las inversiones se ajusten a ley, ni se está defendiendo las empresas con las que el estado puede participar en la economía, ni mucho menos se están utilizando los recursos del Estado de manera correcta, por corrupción, insensibilidad social y arbitrariedad.
¿Cómo que lo que piden cambios radicales, en realidad no quieren cambiar sino algunos detalles? Si la propia encuesta brinda un programa guía para disputar las elecciones en el Perú.
Política económica
El 40.2% de los encuestados considera que su situación económica ha empeorado durante la gestión del actual gobierno; 39.5% cree que no ha habido cambios, ni para bien ni para mal; y 17.4% que realmente ha mejorado. En Lima-Callao, el 31.2%, cree haber mejorado, mientras que el 68% de los encuestados del centro; el 62.1% del oriente; el 51.5% del centro; y el 46% del sur, considera que ha empeorado su situación.
También un 53.9%, a nivel nacional, considera que hay más inflación que antes; y 48.6% que hay menos oportunidades de empleo. Todos estos valores dan una idea crítica mucho más aguda que la que están dispuestos a admitir algunos analistas. Sobre el tema de la pobreza, un 48.2% considera que también ha empeorado, mientras el 33.2%, cree que la situación sigue igual y el 14.8% señala que ha disminuido. No hay duda que en este grupo de preguntas hay un ácido balance de la gestión gubernamental actual, a mucha distancia del autobombo de Alan García.
Inversiones
En el terreno de las inversiones y el gasto público, se puede confirmar que la mayoría (70.7%) estima que el presidente debe “atraer inversiones”, mientras que el 28.7% está en desacuerdo. Este punto refuerza un aspecto clave de la política del presidente García. Pero, a continuación viene otra interrogante acerca de si se ha estado haciendo “lo suficiente”, para que las empresas privadas cumplan la ley, y lo que dicen los números es que el 79.6% considera que no se ha hecho lo suficiente y sólo el 19.3% opina que sí se ha tratado correctamente a los inversores.
Tómese nota entonces que hay reclamo de inversiones, pero al mismo tiempo hay conciencia de que el Estado se está portando débil para regular a los inversionistas para que cumplan la ley.
El 77%, se pronuncia además, por el fortalecimiento de Enapu y Petroperú, en circunstancias en que las empresas del Estado están debilitadas y directamente se trata de liquidar a la administradora portuaria del Estado.
El último concepto económico de la encuesta nos dice que nada menos que el 82.6% no está de acuerdo con el manejo gubernamental de los recursos estatales. Este “desacuerdo” se desagrega en algunas motivaciones: es un uso corrupto (20.4%), no va dirigido a los pobres (7.5%), hacen lo que quieren (5.5%), no son eficientes (5.1%), no hay igualdad (4.9%)
Conclusiones
El Perú está lejos de convertirse en un país conservador en materia económica. Y, ciertamente, la mayor insatisfacción y menor continuismo, se da en las regiones del interior. La exigencia de cambio se sustenta en una mirada que afirma que la situación personal ha empeorado o no ha mejorado, que hay mayor inflación y menores opciones empleo, y que la pobreza habría crecido a pesar de las estadísticas oficiales.
La gente está de acuerdo con promover las inversiones al más alto nivel, pero considera que no se está haciendo lo necesario para que las inversiones se ajusten a ley, ni se está defendiendo las empresas con las que el estado puede participar en la economía, ni mucho menos se están utilizando los recursos del Estado de manera correcta, por corrupción, insensibilidad social y arbitrariedad.
¿Cómo que lo que piden cambios radicales, en realidad no quieren cambiar sino algunos detalles? Si la propia encuesta brinda un programa guía para disputar las elecciones en el Perú.
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