Si aspiramos a mejores servicios de agua en los años por venir, el esfuerzo deberá centrarse en optimizar y no en reducir los costos de operación.
¿Qué de nuevo trajo la COP16 de Cancún? Quizá nada que no supiéramos. En los próximos años, México será uno de los países más afectados por el fenómeno del cambio climático, ya sea por el aumento en la ocurrencia de eventos meteorológicos extremos -huracanes o sequías- o por el incremento en el nivel del mar. Algunos de los ejemplos que vivimos este año y que para muchos serán la norma en los años por venir fueron las lluvias torrenciales fuera de temporada en el Valle de México, las inundaciones en Tabasco, el calor y fríos extremos en el norte, entre otros.
Hay una gran oportunidad de ahorro en proyectos de infraestructura si logramos optimizar los costos de inversión de grandes proyectos.
Derivado de estas modificaciones en las condiciones climáticas que inciden directamente en el ciclo del agua, los organismos operadores (OO) en el mundo -y particularmente en México- enfrentarán una serie de retos en los años por venir. Algunos de los más importantes son:
Incrementar la eficiencia. El promedio de pérdidas de agua, tanto físicas como comerciales en los OO es relativamente elevado comparado con otros países. En el último reporte del Consejo Consultivo del Agua (CCA), el promedio de pérdidas físicas en los 26 Organismos Operadores más grandes del país fue de 38%, en tanto que las comerciales alcanzaron el 23%. Sistemas de agua que operan con niveles adecuados de eficiencia presentan pérdidas físicas cercanas al 20% y comerciales no mayores del 10%. Hoy utilizamos más agua de la que deberíamos para proveer el servicio y no cobramos la suficiente. Con menos agua disponible en el futuro y mayor demanda, deberemos aumentar la eficiencia si aspiramos a mantener y mejorar los niveles de servicio.
Optimizar los costos. Bajas eficiencias implican costos elevados que se reflejan particularmente en el consumo de energía eléctrica. De igual manera, exceso de personal significa recursos no empleados de manera adecuada. En el mismo reporte del CCA, el promedio de empleados por cada 1000 tomas fue de 4.6, cuando los mejores sistemas operan con niveles de 3 a 3.5. Si bien estos dos indicadores podrían mejorar, lo cierto es que no gastamos lo suficiente en rubros tan importantes como la operación de sistemas de tratamiento, el mantenimiento de la infraestructura y la profesionalización del capital humano. Por lo tanto, si aspiramos a mejores servicios, en los años por venir, el esfuerzo deberá centrarse en optimizar los costos de operación y no necesariamente en reducirlos.
Optimizar las inversiones en rehabilitación y ampliación de infraestructura. Un número importante de sistemas enfrentarán crecientes necesidades de inversión para reponer los activos que han llegado a su vida útil o para ampliar la infraestructura para hacer frente al aumento poblacional y a la demanda de mejores servicios. Si bien para hacer frente a estas necesidades ya hemos destinado miles de millones de pesos, lo más probable es que se requiera incrementar estos recursos, sin embargo también hay una gran oportunidad de ahorro; por ejemplo, si logramos optimizar los costos de inversión de grandes proyectos, digamos en un 10%, tendremos disponibles entre 2 y 3 mil millones de pesos adicionales cada año para emprender otros proyectos.
Valorizar el agua y los servicios. La creciente escasez, la provisión de servicios de mayor calidad y el contar con más y mejor infraestructura implicarán mayores costos. Una parte de estos costos los asumirá el gobierno a través de los impuestos y el presupuesto general. Sin embargo, la mayor parte de los costos adicionales deberán ser asumidos por los ciudadanos. Es de esperarse que en los próximos años las tarifas de agua se incrementen sistemáticamente en el país. Pero a la par de mayores tarifas, los ciudadanos serán cada vez más exigentes y tolerarán menos servicios inadecuados.
En suma, el cambio climático comienza a tener efectos en los sistemas de agua. Todo indica que estos efectos se sentirán cada vez más. Ante ello, los OO no parecen tener muchas opciones: deberán ser más eficientes, gastar mejor, planear y ejecutar mejor las inversiones, ser responsables y alinear las tarifas para reflejar los costos de estos retos.
¿Qué de nuevo trajo la COP16 de Cancún? Quizá nada que no supiéramos. En los próximos años, México será uno de los países más afectados por el fenómeno del cambio climático, ya sea por el aumento en la ocurrencia de eventos meteorológicos extremos -huracanes o sequías- o por el incremento en el nivel del mar. Algunos de los ejemplos que vivimos este año y que para muchos serán la norma en los años por venir fueron las lluvias torrenciales fuera de temporada en el Valle de México, las inundaciones en Tabasco, el calor y fríos extremos en el norte, entre otros.
Hay una gran oportunidad de ahorro en proyectos de infraestructura si logramos optimizar los costos de inversión de grandes proyectos.
Derivado de estas modificaciones en las condiciones climáticas que inciden directamente en el ciclo del agua, los organismos operadores (OO) en el mundo -y particularmente en México- enfrentarán una serie de retos en los años por venir. Algunos de los más importantes son:
Incrementar la eficiencia. El promedio de pérdidas de agua, tanto físicas como comerciales en los OO es relativamente elevado comparado con otros países. En el último reporte del Consejo Consultivo del Agua (CCA), el promedio de pérdidas físicas en los 26 Organismos Operadores más grandes del país fue de 38%, en tanto que las comerciales alcanzaron el 23%. Sistemas de agua que operan con niveles adecuados de eficiencia presentan pérdidas físicas cercanas al 20% y comerciales no mayores del 10%. Hoy utilizamos más agua de la que deberíamos para proveer el servicio y no cobramos la suficiente. Con menos agua disponible en el futuro y mayor demanda, deberemos aumentar la eficiencia si aspiramos a mantener y mejorar los niveles de servicio.
Optimizar los costos. Bajas eficiencias implican costos elevados que se reflejan particularmente en el consumo de energía eléctrica. De igual manera, exceso de personal significa recursos no empleados de manera adecuada. En el mismo reporte del CCA, el promedio de empleados por cada 1000 tomas fue de 4.6, cuando los mejores sistemas operan con niveles de 3 a 3.5. Si bien estos dos indicadores podrían mejorar, lo cierto es que no gastamos lo suficiente en rubros tan importantes como la operación de sistemas de tratamiento, el mantenimiento de la infraestructura y la profesionalización del capital humano. Por lo tanto, si aspiramos a mejores servicios, en los años por venir, el esfuerzo deberá centrarse en optimizar los costos de operación y no necesariamente en reducirlos.
Optimizar las inversiones en rehabilitación y ampliación de infraestructura. Un número importante de sistemas enfrentarán crecientes necesidades de inversión para reponer los activos que han llegado a su vida útil o para ampliar la infraestructura para hacer frente al aumento poblacional y a la demanda de mejores servicios. Si bien para hacer frente a estas necesidades ya hemos destinado miles de millones de pesos, lo más probable es que se requiera incrementar estos recursos, sin embargo también hay una gran oportunidad de ahorro; por ejemplo, si logramos optimizar los costos de inversión de grandes proyectos, digamos en un 10%, tendremos disponibles entre 2 y 3 mil millones de pesos adicionales cada año para emprender otros proyectos.
Valorizar el agua y los servicios. La creciente escasez, la provisión de servicios de mayor calidad y el contar con más y mejor infraestructura implicarán mayores costos. Una parte de estos costos los asumirá el gobierno a través de los impuestos y el presupuesto general. Sin embargo, la mayor parte de los costos adicionales deberán ser asumidos por los ciudadanos. Es de esperarse que en los próximos años las tarifas de agua se incrementen sistemáticamente en el país. Pero a la par de mayores tarifas, los ciudadanos serán cada vez más exigentes y tolerarán menos servicios inadecuados.
En suma, el cambio climático comienza a tener efectos en los sistemas de agua. Todo indica que estos efectos se sentirán cada vez más. Ante ello, los OO no parecen tener muchas opciones: deberán ser más eficientes, gastar mejor, planear y ejecutar mejor las inversiones, ser responsables y alinear las tarifas para reflejar los costos de estos retos.
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